Antes de usarlo en escena, el sombrero viene con una retahíla: “Cuiden el sombrero, que más importante que tenerlo en una vitrina, es verlo en escena y que cada uno de ustedes lo pueda usar. Si lo tuviéramos guardado y escondido, perdería su esencia, el sombrero está para que siempre lo porte un bailarín. Por eso cuiden el sombrero que nos lo dio el maestro Fontalvo”.
El maestro Alfonso Fontalvo es el líder de la comparsa Torito Ribeño, que lleva más de 144 años saliendo a las calles de Barraquilla sin interrupción, interpretando la danza de los ‘Congos’. Y el sombrero es el símbolo que identifica a su líder. Nieto del fundador, Alfonso recibió hace casi 50 años el liderazgo de la danza más antigua del Carnaval de Barranquilla.
Los ‘Congos’ es una danza callejera que hace alusión a las tribus guerreras del Congo en África; al igual que la mayoría de las manifestaciones carnavaleras, tiene su origen cerca del río Magdalena y se remonta a los tiempos de la esclavitud negra. Cuentan que los esclavos en Cartagena de Indias, hacían fiestas donde usaban máscaras de animales para burlarse de los españoles. En la actualidad, la danza está custodiada por una cuadrilla de animales, propia de la fauna criolla que existía en aquella época: burros, tigres, perros, toros y micos. Los cuales se recrean a partir de máscaras de madera.
Alfonso cuenta que su comparsa nace de un acto de rebeldía de su abuelo Elías Fontalvo, quien a los 12 años no pudo entrar a ninguna comparsa. En esa época no se aceptaban mujeres ni niños, por cuestiones de violencia. Debido al enfrentamiento entre clanes, pandillas y grupos de diferentes barrios, las danzas terminaban en enfrentamiento crueles entre ellas, con piedras, palos y muchos lesionados. Es entonces cuando en 1878 Elías forma su propia danza, a la cual llamó ‘Torito’, porque la conformaban menores de edad. El ‘Ribeño’ se debe a que el río fue el punto de encuentro de muchas danzas provenientes del Magdalena, Bolívar y Cesar, que luego se unirían al Carnaval, y el río tiene ribera, no playa, como el mar.
Más adelante, estalló la Guerra de los Mil Días en Colombia, conocida como un enfrentamiento bipartidista entre liberales y conservadores que conmocionó al país entero. Y en 1900 el carnaval fue suspendido. Sin embargo, el ‘Torito Ribeño’ no dejó de salir a las calles. Alfonso menciona que cuando la guerra acabó en 1902, el General del Caribe en aquellos tiempos dijo: “Si por allá hay una batalla de sangre, muerte y fuego, aquí también vamos a tener una batalla, pero de flores”. Y así nace el desfile de la ‘Batalla de Flores’, una de las manifestaciones más importantes del Carnaval. Fue organizado como un desfile proveniente de las costumbres europeas, dirigido por la élite de la sociedad barranquillera de la época, y en 1903 fue el símbolo del fin de la Guerra de los Mil Días.
Con el tiempo las condiciones de la danza han cambiado, y ahora hacen parte mujeres, niños, niñas y ancianos. El ‘Congo’ es una danza del pueblo y el maestro Fontalvo tiene claro que para mantener la tradición hay que transmitirla de generación en generación.
Sus danzantes pintan su cara de blanco con círculos rojos en las mejillas y gafas oscuras, pantalones anchos con volantes de colores, una capa y en la cabeza, un altísimo turbante lleno de flores, ya que la época del Carnaval es la más floreada del año en la costa caribe. Congos, animales personificados y un sin número de danzantes, siguen al maestro Fontalvo con su sombrero de Garabato cada año en la danza del Torito Ribeño.
Así, después de hacer este corto recorrido histórico que le da vida a nuestro sombrero de Garabato, hacen sentido las palabras que lo acompañan. Más que un sombrero es un símbolo que lleva consigo una parte de nuestra tradición; quien lo porta personifica uno de los roles mas antiguos y respetados de las calles de la Arenosa, y cuidarlo es un acto de respeto ante la memoria del sombrero.