Así fue que en uno de los años del señor en este siglo, treinta y cinco bailarines y músicos empezaron la mejor aventura de sus vidas, sentirse útiles para un país y a su vez ser los protagonistas de la historia del mismo, pero ante todo el gusto de sentirse colombianos de primera, y no unos exiliados por ocasión y nunca mejor dicho por la situación reinante en su origen natal.
Suenan los clarines, suenan las fanfarrias y se respira en el ambiente alegría y fiesta, bellas mujeres vestidas de impoluto blanco con bellas cabelleras rubias resaltadas por un brillante pañuelo rojo, ya se veía feria, ya escuchaba música, los hombres a juego con sus parejas como si de una comparsa humana nos indicara que serían varios días de emoción y desparpajo; nuestros corazones latían más que lo normal, estábamos invitados a un país diferente donde seríamos los portadores de una bandera de alegría y cultura, con ritmos exóticos y pegadizos con unos vestuarios que mostraban la nobleza de un país caribeño, donde el sombrero vueltiao y las faldas polleras son como la bandera nacional.
Muchas expectativas y miedos llevábamos, nuestro traje típico lleva una bella mochila tejida en yute por las manos humildes de los campesinos y campesinas de las diferentes partes del país, ahí cargamos lo necesario, nuestros refrigerios las cosas importantes para desarrollar nuestra labor, pero para este grupo de colombianos convertidos por las circunstancias en embajadores de un país, llevábamos además una carga más grande que nosotros juntos, la marca de un país en guerra y azotados por los peores flagelos que pueden azotar una nación , violencia, narcotráfico, guerrilla, paramilitares, delincuencia común, pero la peor de todas una clase política corrupta que no permitía que el país encontrara una salida.
SONARON LOS CLARINES ……… y esta vez muy fuerte -Treinta y cinco corazones erguidos de emociones, pletóricos de ser un país lleno de cultura y de alegría, rompiendo barreras, rompiendo moldes pero ante todo con la cabeza en alto con la humildad del colombiano de a pie que sale a buscar lo mejor para su familia, aquí en la puerta del toril empezó nuestra aventura por muchas partes del mundo; SONÓ EL CLARIN…. Y UN GRITO INUNDÓ LA PLAZA
L COLOMBIE, sonó la flauta de millo, retumbaron las tamboras, el llamador nos invitó a salir, como era de esperarse el pabellón nacional, nuestra gloriosa bandera sale al ritmo de la música contoneándose por todo el ruedo de plaza, dándole la bienvenida a los bailarines y músicos que animaran la fiesta, gritos, pañuelos y aplausos reventaron de esa multitud que se vio hipnotizada por la grandeza de sus ritmos por el colorido de sus trajes por la majestuosa coreografía de sus bailes , pero ante todo por la calidez de su música que en pocos compases muestra la valía de ser colombiano.
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